El corazón latiendo en la garganta, en los ojos una neblina de lagrimas.
En las piernas una electricidad continua, en la lengua un hormigueo incesante.
Me sostengo a mi, porque mi columna no se quiebra.
Me desgarro debajo del lamento. pero arranco las espinas de mi piel.
Desato el sol de ese cielo lejano, lo guardo en mi pecho al fondo de mi abismo.
Me vacía el silencio un suspiro apagado, dejándose ir con el viento, con el murmullo ajeno, con el aroma a calles. Con el frío quemando los labios, con una tormenta de luz, de oscuridad infinita.
Camino, llevo su pequeña alma conmigo protegiendo su ternura de la humanidad.
El colectivo me llevo muy lejos, cargada de bolsos, con una angustia en la garganta intragable.
pero estaba lejos también, lejos de sus gritos, de su dolor.
mi hija durmiendo en mi pecho, mi amiga extendiendo una mano, inolvidable.
las ventanas pasaban por lugares que jamas conocí, los semáforos, los autos, el tornillo atrapado en la luz del colectivo que me entretenía con su ondeo de punta a punta.
su pequeño rostro, su corazoncito latiendo. Su vida depende de mi, de que elija bien, de que sepa ser fuerte, de que le enseñe a levantarse, Porque no caer es imposible, pero levantarse así lo es.
Mi único sueño, sobrevivir ser felices.
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