lunes, 5 de agosto de 2024

Ventanas abiertas.


Todo en mi vida está desordenado, 

como si hubieran dejado la ventana abierta y hubiera entrado una tormenta desatando este caos.

No escucho las palabras, solo las dejo ir.

A veces me siento perdida, desorientada, recorro en círculos mis propias acciones, a veces fallo.

A veces estoy deshecha, un poco me puedo ver a mis casi 30 años sin la vida resuelta.

¿No es así como lo imaginamos? A esta edad todo estaría completo, todo resuelto.

La vida no es un trazo lineal, mucho menos es un enigma a resolver.

Todo a mi alrededor parece caerse a pedazos, y desprendo una y mil pieles por el suelo de esta casa.

Alguna cicatriz vieja empieza a sangrar.

Muchas veces no soy una mujer, sino una niña asustada por el mundo,

gritando desaforadamente, intentando alcanzar la cima de esa montaña.

¿Qué hariamos sido si el mundo acabara hoy?

Es un día hermoso, ¿cómo pasó la vida?

¿En qué momento me distraje y estoy aquí?

Estoy bien; a veces está bien entrar en esta habitación desordenada.

A veces está bien lanzar los libros hacia el techo, tirar las sábanas, vaciar en el piso los cajones,

soplar muy fuerte el polvo.

Abrir las ventanas nuevamente esperando que el sol entre e ilumine cada rincón.

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